¿A quién no le gusta esta refrescante fruta tan típica de nuestra mesa en la época de verano? Pues su cultivo es bastante sencillo y asequible incluso para los recién llegados al mundo de la huerta.
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Cultivar sandías al aire libre
La sandia es una planta de clima cálido y necesita calor para crecer. Si vas a plantar semillas necesitas hacerlo en un entorno en el que la temperatura no baje de los 20 grados, salvo que dispongas de invernadero; además, tienes que tener en cuenta que las sandías necesitan luz directa del sol al menos unas seis o siete horas diarias, aspecto importante a la hora de elegir el lugar en el que las vas a sembrar.
Lo primero que tienes que hacer es preparar el terreno, para lo cual tendrás que levantar el suelo con ayuda de un azadón, y retirar las piedras y hierbajos que encuentres a tu paso. Es bueno añadir abono o compost, ya que las sandías necesitan un sustrato rico en materia orgánica.
También tienes que asegurarte que el pH del suelo oscila entre los valores 6 y 6´5 para ello puedes hacerte con un medidor de pH, que encontrarás en el vivero en diferentes formatos: desde digitales hasta tiras de medición. La gran ventaja de esta planta es que, una vez que se agarra al suelo, no requieren muchos cuidados.
Cómo preparar semillas de sandía para sembrar
El segundo paso es sembrar la semilla. Si vas a cultivar varias semillas en tu huerto, hay que disponerlas en grupos de 3 – 4 semillas y dejar espacio entre ellos, por lo menos un metro y medio o incluso 2 metros. Esto se debe a que nunca sabes cuántas germinarán; si ves que brotan varias, puedes trasplantarlas más tarde.
Forma montículos, en cada uno de los cuales colocarás las semillas. Las sandías no necesitan mucha profundidad por lo que con hacer agujeros de unos 3 centímetros con el dedo es suficiente.
Una vez que has tapado los agujeros con las semillas, tienes que esperar al menos una semana hasta que los brotes comienzan a salir; entonces el momento de empezar a regar nuestra sandías, aunque aquí es mejor aplicar el sentido común.
En general, hay que regarlas cada dos o tres días y en poca cantidad; si no lo tienes claro, simplemente riega cuando veas que el suelo ha comenzado a secarse.
El tercer paso consiste en cubrir las sandías con mantillo, que puede ser bien de hojas de pino, césped o compost cuanto más cerca de la sandía lo pongas mejor ya que así evitas que crezcan las malas hierbas y favoreces que se mantenga la humedad necesaria al tiempo que evitas que la luz del sol queme las raíces que son más bien poco profundas.
Como ves plantar sandías es muy sencillo y asequible para cualquier amante de la jardinería así que, si te animas a sembrar semillas de sandía, ya sabes lo que tienes que hacer. Cuéntanos cómo te ha ido, y comparte tu experiencia con nosotros.